La Persecución retorcida Parpadeó la delusa azul razón Una ojeada de perversión Suspiró apurada la chispa Por el vaivén de la oscura locura Se incendió el arcoíris Solapando el petricolor Se asoma la soledad Una cucharada de eternidad En su color titilante La radiante alibelula. Silente. En su narciso tornasol Soñó anonadada, intransigente Ultramares histéricos De los amores rebuscados Estrenan en su afán De los terrosos apaciguados En la dirección pluscuamperfecta De la infranqueable gota Intervienen las iridiscencias
El café y sus espíritus